15 de MAYO de 2025

Mejora la experiencia en tu historia día a día

  Trabajo en el área administrativa de una empresa mediana en el centro de la ciudad. Llevo más de ocho años en este puesto, y como muchos, paso más tiempo en la oficina que en mi propia casa. Lo digo sin dramatismos, pero con una claridad que muchos seguramente comparten: el entorno laboral se convierte, sin darnos cuenta, en nuestro segundo hogar.

  Por eso, cuando las cosas más simples no funcionan como deberían, se notan. Y entre esas cosas que parecen menores, pero hacen una gran diferencia, está algo tan básico y cotidiano como el papel higiénico. Sí, el papel sanitario. Ese recurso que todos usamos, pero del que nadie quiere hablar, hasta que se vuelve un problema.

El día en que el papel higiénico fue protagonista

  Recuerdo perfectamente aquel lunes. Como suele pasar, llegamos todos con el café en la mano, poniéndonos al día después del fin de semana. Pero bastaron unos minutos para que el ambiente se llenara de comentarios incómodos: que el baño estaba sin stock, que el papel disponible parecía lija, que “cómo es posible que la empresa tenga este tipo de papel sanitario”.

  Yo fui testigo de esa experiencia. Entré al baño, tomé el rollo y lo primero que pensé fue: esto no puede ser doble hoja. Y si lo era, estaba tan mal elaborado que se rompía al mínimo contacto. El papel no era suave, tampoco cómodo. Me incomodó tanto que salí del baño irritado, tanto física como mentalmente. Parece una exageración, pero cuando una necesidad tan básica no está bien cubierta, el malestar es real.

Pequeños detalles que impactan la percepción de la empresa

  Ese día, entre bromas y quejas serias, varios compañeros expresamos lo mismo: “¿A quién se le ocurrió cambiar el papel higiénico?”. Resultó ser una medida para “reducir costos”. Pero nadie había considerado el costo oculto que eso tendría en la experiencia diaria de los trabajadores y, más grave aún, en la de los visitantes.

  En las semanas siguientes, tuvimos una reunión con el área de compras. La conversación giró en torno a muchos insumos, pero fue el tema del papel sanitario el que dominó la agenda. Y ahí entendí algo: que lo que parece un simple producto, puede convertirse en un punto crítico dentro del bienestar laboral.

  Un baño limpio, con papel higiénico de buena calidad, de doble hoja, suave al tacto y resistente, transmite un mensaje claro: aquí nos importa la gente. Aquí se cuidan los detalles. Y eso, en el mundo empresarial, cuenta más de lo que pensamos.

El cambio que marcó la diferencia

  Después de las quejas —y reconozco que algunas fueron bastante creativas— se tomó la decisión de cambiar de proveedor. Empezamos a trabajar con una empresa especializada en insumos corporativos, que nos ofreció una línea de papel higiénico doble hoja, suave, de excelente absorción y además con un sistema de reposición eficiente.

  El primer día que vi el nuevo papel sanitario en el dispensador, sonreí. Son esas pequeñas victorias que se celebran en silencio. La diferencia fue inmediata: la suavidad al contacto, la resistencia del papel, la presentación del rollo. Todo hablaba de una mejora tangible.

  Y lo mejor de todo fue que no implicó un gasto desproporcionado. De hecho, al tener mayor durabilidad y mejor rendimiento, se necesitaba reponer con menos frecuencia. Lo que parecía más costoso, en realidad era más eficiente. Menos quejas, menos desperdicio y más confort para todos.

  Desde aquella experiencia, no volví a subestimar el valor de un buen papel higiénico. Porque al final del día, los detalles sí importan. Y cuidar de los detalles, también es cuidar de las personas.

Marca la diferencia de tu empresa con tu equipo de trabajo, con el mejor aliado en insumos, Prisa Depot: Papel Higiénico

#Mírame #AseoeHigiene #Aseo #Limpieza #PapelHigienico #Bienestar #Prisa #SomosPrisa #PrisaDepot #Blog #Energia #VidaSaludable