21 de octubre de 2022

De vajilla rota y malas pulgas  

  Mi abuela decía que tener las tazas “picadas” o los cubiertos disparejos era de mala suerte, y era tanto lo que insistía, que yo jamás lo he podido olvidar. 

  Si hay algo que me pone de malas, es que en un restaurante o cafetería me den un té o café en una vajilla rota. Primero siento que habla mal del lugar en donde te lo sirven y segundo, no puedo sacar de mi cabeza la mala suerte.

  Si uno en su casa quiere tener su tazón regalón con piquetes, problema de cada uno, pero si vas a ofrecer una taza de té a alguien, ya sea en tu casa, oficina, o cafetería, lo mínimo es que esté en perfectas condiciones.

  Lo mismo me pasa con los cubiertos, o pones los cubiertos diferentes de manera intencional, para darle una onda diferente a tu mesa, o los pones todos iguales y que no se note la falta de preocupación.

  Creo que de todos los relatos que he hecho, este es el más “malas pulgas» que hago, porque tengo claro que puede haber muchas personas que crean que este tema no es importante y que da lo mismo que la vajilla esté “picada”, pero para mí el tema es importante, es como andar con el calcetín con hoyos… no sé. Cosas de “soa” tal vez.

  Ese pensamiento de que la vajilla y los cubiertos son de suma importancia a la hora de tener invitados, o cuando le sirves un té a quien postula a un  puesto de trabajo en la empresa, me parece que deberían enseñarlo en el colegio. No es lo mismo servir café en un jarro de los minions v/s un jarro blanco acompañado de un plato ad hoc y una servilleta, habla mucho del lugar y las personas, dejemos las informalidades para la intimidad del hogar, pero no para servir una taza de té  a invitados o al público en general.

¿Creen que exagero?

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