26 de FEBRERO DE 2024
La importancia empoderar a los niños
Ayudar que el niño logre un nivel de autonomía, de acuerdo a su edad, se conozca a sí mismo, asuma la responsabilidad de sus actos, es parte de un proceso importante dentro de su crecimiento en el cual los padres juegan un rol muy importante.
El empoderamiento a los niños recoge muchos aspectos, siendo algunos de ellos, tener dominio de sus emociones y decisiones, que les permita tener buenas relaciones con su entorno. Hacerlos sentir valorados e incentivarlos a participar en procesos de toma de decisiones, les ayudarán a afrontar situaciones difíciles, propias del transcurso de la vida.
Para ahondar sobre este importante tema, hablamos con Helga Pérez Bonfante, psicóloga con orientación psicoanalítica, magíster en filosofía y análisis del discurso; esto fue lo que nos explicó desde su experiencia.
- Claudia Hung ¿Qué es el empoderamiento infantil?
Helga Pérez: El concepto de empoderamiento se ha hecho viral en los últimos años y su uso se extiende a distintos contextos: empoderamiento femenino, empoderamiento empresarial, empoderamiento de los jóvenes, etc.; sin embargo, hay que ser cuidadosos con su uso y los contextos en los que se circunscribe. No conviene asumirlo como un sinónimo de igualdad, y menos pensar que los niños y niñas están en las mismas condiciones que los/as adultos/as.
Ahora bien, no quiero que me malinterprete. Claro que los niños y niñas tienen los mismos derechos en el marco del Estado Social de Derecho que construimos los pueblos democráticos, e incluso los derechos de los niños y las niñas son prevalentes frente a los derechos de los adultos y esto no está en discusión; no obstante, esto no puede dar a lugar a pensar que los niños y las niñas están en iguales condiciones a nivel político, económico o social frente a los adultos o que ocupan una posición horizontal en la relación con estos; tampoco esto quiere indicar que la relación vertical o jerárquica entre el adulto y el niño deba estar mediada por el maltrato o el abuso; debe quedarnos claro que el “empoderamiento” se instala en una relación de autoridad, la cual promueve que, así como el adulto se ha empoderado de sí mismo, el niño/a está en esta misma construcción gracias a la relación que construye con los entornos en los que se circunscribe.
Los niños y niñas están descubriendo el mundo, los modos cómo se tejen las relaciones en este; los niños y niñas están desarrollando su intelecto y también su personalidad y su sistema de valores; los niños y niñas están dando palabra y ordenando a sus emociones, en ese sentido más que promover su “empoderamiento”, a lo que cabe la pregunta ¿empoderarse de qué si aún no revelan las tensiones propias del vivir y de relacionarse consigo mismo y con el mundo: ¿objetos, personas, naturaleza, medio ambiente?; deberíamos considerar desde todas las orillas que interactúan e inciden en su desarrollo: familia, escuela, sistemas de comunicación, etc. cómo desarrollar su autonomía, es decir, su capacidad de actuar a conciencia y tomando decisiones que otorguen bienestar a sí mismos y a su entorno.
La autonomía es un proceso largo, que involucra el desarrollo mental, intelectual, emocional, lingüístico e incluso motriz. En este orden de ideas promover el “empoderamiento” infantil implica que los niños y niñas puedan dar cuenta de ellos y ellas, puedan saber de sí mismos, asuman una posición con la cual puedan responder por sus actos, por pequeños que estos sean, por ejemplo: que puedan referirse a por qué no ordena sus juguetes o por qué le pegó a un compañero del jardín; los niños y las niñas pueden decir qué los llevó a hacerlo y generalmente se van a referir a su ordenamiento emocional, esfera que deben conocer de sí para poder responder por ella, o en clave de tu pregunta, empoderarse.
2.C.H: ¿Por qué es tan importante empoderar a los niños?
H.P: El desarrollo de la autonomía o del “empoderamiento” permite saber sobre sí mismo, lo que es muy importante para la organización personal de los niños y niñas. Saber sobre mí, tener dominio sobre mi lenguaje, mis pensamientos, emociones y decisiones, reconocer lo que siento y reconocerse como singular en los distintos contextos sociales en los interactúa: familia, escuela, barrio, ciudad, etc., es la acción fundamental del ser humano, precisamente porque le permite tener conciencia de sí y tener una postura frente a lo que ocurre a su alrededor y lo que le ocurre a sí mismo.
Si de algo debemos empoderarnos es precisamente de nosotros mismos, esto para hacernos un lugar en el mundo en el cual debemos dar cabida a otros y podamos tejer con estas relaciones armónicas; empoderarnos no para ejercer poder sobre otros, sino para alcanzar un conocimiento de sí mismo que permita satisfacción propia y bienestar colectivo.
Entonces sí es muy importante promover esta capacidad de “empoderamiento” o como yo prefiero llamarlo autonomía, en tanto fomenta la construcción de personas responsables, conscientes, críticas, solidarias, empáticas y socialmente armonizadas con sus entornos.
3.C.H: ¿Cómo puede repercutir la ausencia de empoderamiento en los niños, cuando lleguen a la edad adulta?
H.P: Un niño o niña no autónomo o sin empoderamiento, tiende a ser un sujeto vulnerable personal y socialmente.
Partiendo de entender que la autonomía es la capacidad de saber de sí mismo y que esta capacidad otorga el poder para posicionarse en las relaciones, es indispensable que los distintos contextos en los que participe un niño o una niña promuevan este desarrollo desde la edad más temprana posible.
Las personas carentes de autonomía presentan dificultades en el desarrollo de su persona y en la construcción de relaciones con sus pares y otras figuras de autoridad; son personas que tienden a relaciones de dependencia y por tanto responsabilizan a los otros de lo que les ocurre; así mismo tienden a ser inseguros y de allí que busque incansablemente respaldo en otras personas a quienes consideran mejores que ellas mismas.
La ausencia de autonomía repercute en la salud mental de las personas, algunas pueden adoptar una posición vulnerable y por tanto ser violentados/as; en cambio otras, asumen una posición de agresores, justificando su conducta en la actuación “pasiva” del otros/a.
La sociedad en general debe promover desde sus distintas instituciones el desarrollo de la autonomía para que los sujetos tengan recursos no violentos contra sí mismo y/o los otros ante la imperiosa condición de afrontar las circunstancias propias del vivir: frustración, el dolor y duelos, etc.
Así entonces, el empoderamiento no tiene por qué reñir o negar la experiencia de afrontarlas situaciones difíciles o dolorosas; el empoderamiento deberá permitirle al sujeto asumir dichas experiencias con todo lo que esta implique, siempre con la confianza que podrá ser atendida sin que la persona se derrumbe; pero está la falsa creencia que empoderarse es no sufrir o atropellar al otro porque mis intereses o propósitos están por encima; por el contrario adoptar estas postura debilita a la persona en su condición humana y la sitúa en una posición siempre de conflicto y frustraciones que incluso pueden derivar en problemáticas muy serías a nivel mental.
4.C.H: ¿Qué acciones pueden realizar los padres para ayudar a empoderar a sus hijos?
H.P: Bueno, son varias las acciones que la familia puede hacer en favor de la autonomía o “empoderamiento” infantil; empezando por considerar que la educación que se brinda a los hijos no tiene porqué conducir a la idea de “hijos felices”, entiendo esto como un imperativo que no da lugar a la frustración; por el contrario hay que dar lugar y validar las distintas emociones llevando al niño o a la niña a permitirse vivir lo que le pasa, reconocer por qué se afecta tanto y cómo puede sortear un momento difícil sin que implique negarlo, evitarlo, responsabilizar a otro de su situación o hacer/se daño.
Es necesario que los padres comprendan que no se trata de complacer todas las demandas del hijo/a, sino por el contrario permitir que varias de estas demandas puedan ser resueltas por su hijo de una manera más saludable; normalmente los niños no demandan juguetes en exceso, por supuesto les gustan muchas cosas y el mercado está presto para impulsar al niño al consumo, pero las demandas en exceso revelan carencias muy hondas en los hijos que solo puede exponerlas a través de pedir sin saciedad: comida, juguetes, videojuegos, etc.
Normalmente los padres/madres creen que acceder a la demanda del hijo/a con juguetes “baratos” no es problemático, lo que no anticipa el adulto es que niño no piensa en cuánto vale lo que pide, sino que es complacido y por tanto no se le permite experimentar el malestar, la incomodidad o la frustración de un no.
Así mismo, es necesario que el/la niño/a se haga responsable de las tareas cotidianas propias de su edad y que favorezcan el ambiente familiar: comer, vestirse, bañarse, lavarse los dientes, arreglar sus juguetes, disponer su ropa en los lugares correctos, organizar elementos del mercado, de la casa, disponer la mesa, todas estas tareas suponen una exigencia para el infante toda vez que sus destrezas motrices y también sus competencias intelectuales están en desarrollo, pero no permitir que las haga, se equivoque y corrija es un error que no le permitirá conocerse, regularse y manejar sus emociones, empobreciendo sus recursos para el desarrollo de la autonomía.
A medida que crecen, los niños y niñas, irán ganando más destreza y con ella deviene la seguridad en arriesgarse a nuevos retos, con la confianza que la habilidad se gana con la constancia y no quedando reducido/a en la molestia o frustración.
5.C.H: ¿Qué prácticas son inadecuadas, por parte de los padres, que impiden un buen desarrollo del niño?
H.P: Deduciendo de lo anterior, todo aquello que conduzca al niño al exceso o al abandono; los niños/as necesitan de poco en cuanto elementos materiales, pero requiere de atención, cuidado y afecto que se refleja en los modos como les hablamos, en el tiempo que dedicamos a sus actividades: juegos, lectura de cuentos, nuevos aprendizajes: cocinar, nadar, montar la bicicleta, etc. Por tanto, todas las prácticas que impidan al niño/a a tomar algunos que favorezcan el desarrollo su creatividad, su curiosidad o su desarrollo motriz van en contra del desarrollo de su autonomía y por tanto de su “empoderamiento”.
El maltrato físico y/o verbal, así como el abuso en cualquiera de sus formas, son prácticas que generan lesiones emocionales que afectan el sano desarrollo integral del infante.
Prácticas limitadas por el miedo de los cuidadores, porque ellos mismos han tenido experiencias dolorosas y no tramitadas, conducen al niño a adoptar comportamientos de inseguridad, dependencia o incluso desafiantes en aras de romper esas prácticas tan limitantes. Pero, también prácticas en las que la negligencia, el desamparo o la falta de límites generan en el niño/a un alto riesgo para salud tanto mental como física.
En conclusión, si bien la tarea de ser padre/madre/cuidador/a no es una tarea fácil, quizá el reto no es hacerla así, sino más bien consolidarla como una experiencia en la que se disfrute de la presencia de ese hijo/a en la vida de quienes le acompañan, en cada una de sus etapas, se asuma con tranquila la incertidumbre de la crianza y se permita caer en cuenta que hay “errores” que se comenten en favor de aprendizajes, como toda experiencia humana, pero que en la medida que demos lugar a revisar qué mueve tal error seguramente se ganará en conocimiento de sí mismo y en tranquilidad para impulsar el desarrollo integral de nuestros infantes: físico, emocional, cognitivo; lo que derivará en infantes autónomos y por consiguiente empoderados de sí mismo y no contra sí o contra de otros.
El aprendizaje de la vida, es un proceso que debe iniciar en etapa temprana, tan importante como esto lo es desarrollar en los pequeños la resiliencia que les permita recuperarse de situaciones complejas que afrontarán en su diario vivir. Junto con lo anterior, facultarlos para tomar decisiones, de acuerdo a su edad y de las cuales deberán ser responsables.
Fuente: Helga Pérez Bonfante. Psicóloga con orientación psicoanalítica, magíster en filosofía y análisis del discurso.
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