26 de diciembre de 2024
Una cartulina en la sala de clases
Era un día como cualquier otro en el colegio, y durante la clase decidí anunciar un proyecto grupal que los estudiantes debían presentar al día siguiente. El tema era “Cuidemos el planeta” y quería que trabajaran en equipo, organizando sus ideas en un soporte visual que ayudara a transmitir su mensaje. Entonces les dije: “Para mañana, quiero que traigan sus ideas en una cartulina. Pueden usar dibujos, esquemas, colores… lo que mejor represente su trabajo.”
El anuncio fue recibido con un coro de suspiros y comentarios. Algunos estudiantes empezaron a planificar de inmediato, mientras que otros, con menos organización, intercambiaban miradas preocupadas. Más tarde, cuando pasaba por los grupos para escuchar sus planes, escuché a una de las niñas decir: “Pero, ¿quién tiene cartulina? ¿Qué hacemos si no conseguimos una?”
A pesar de los desafíos logísticos, al día siguiente llegaron con sus trabajos. Uno de los grupos, sin embargo, destacó no solo por su creatividad, sino por cómo habían resuelto el problema. Al parecer, en su grupo nadie había conseguido una cartulina en casa, pero uno de los estudiantes recordó que tenía una guardada en su locker, olvidada desde el año anterior. Esa cartulina fue su salvación, y lograron crear un mural hermoso con mensajes claros y dibujos llenos de creatividad.
Nada como tener a la mano el material necesario para tus proyectos escolares
Cuando presentaron su proyecto, me di cuenta de algo muy importante: la cartulina no es sólo un material escolar común, es una herramienta esencial en las salas de clases. Fomenta la organización, la planificación y la expresión creativa. Tener una cartulina a mano puede marcar la diferencia entre un proyecto básico y uno que realmente impacte, no solo por su contenido, sino por la forma en que se presenta.
Desde ese día, decidí tener siempre algunas cartulinas extras en la sala. Me di cuenta de que, aunque para algunos puede parecer un detalle menor, para un estudiante puede ser la diferencia entre participar con confianza o quedarse atrás. Y al final, eso es lo más importante: que cada estudiante tenga la oportunidad de mostrar lo mejor de sí mismo, con todas las herramientas que necesiten.
Así que, para mí, la cartulina no es solo una hoja grande de papel. Es una puerta a la creatividad, una herramienta para el aprendizaje colaborativo y un recordatorio de que hasta las cosas más simples pueden hacer una gran diferencia en el aula.
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