30 de octubre de 2024
Al final del día, la frescura también se agradece
No sé tú, pero después de varios años en una oficina compartida, he aprendido que hay ciertos objetos que son tan necesarios como el propio equipo de trabajo. Uno de ellos, y tal vez el más infravalorado, es el desodorante ambiental. ¡Sí! Ese humilde spray o difusor que, créeme, puede salvarte el día más de una vez.
Recuerdo perfectamente el primer día que me di cuenta de lo imprescindible que era tener un buen desodorante ambiental en la oficina. Era un lunes, después de un fin de semana de cierre de proyectos y varias jornadas intensas. Al entrar, un olor a comida recalentada y café viejo aún persistía en el aire, y la mezcla no era precisamente inspiradora. Me di cuenta en ese momento de que un simple “toque de frescura” podía hacer toda la diferencia. ¡Y vaya si lo hace!
Además de esos días en que parece que el olor de la oficina no ha cambiado en semanas, hay otros momentos en los que tener un desodorante ambiental a la mano es un verdadero salvavidas. Algunos ejemplos que me han pasado más de una vez:
Despistes culinarios: Sí, el microondas es un gran amigo… hasta que alguien decide calentar pescado en él. Te aseguro que unas cuantas pulverizaciones estratégicas de un buen desodorante ambiental y todos respiramos mejor.
Largas jornadas de trabajo: Después de varias horas en una sala de reuniones, entre papeles, laptops y discusiones de ideas, el aire se vuelve pesado. Una pequeña ráfaga de frescura, y el ambiente cambia por completo.
Esas visitas inesperadas: Siempre parece que el jefe o algún cliente importante decide pasarse justo cuando la oficina no huele a “lavandas” precisamente. Tener un desodorante ambiental a mano no solo refresca el lugar, sino que también causa una buena impresión.
Un toque motivador: No lo subestimes, el aroma tiene un efecto directo en el estado de ánimo. He probado fragancias cítricas o mentoladas que, en un segundo, hacen que el cansancio disminuya un poco y te despiertan la concentración. ¡Casi como un café extra!
Con el tiempo, he ido probando diferentes tipos de desodorantes ambientales y tengo mis favoritos. Me gustan los aromas frescos, como los cítricos o eucalipto, ya que son sutiles y no abruman a nadie en la oficina. Además, suelo optar por un difusor de larga duración para evitar tener que usarlo a cada rato, así el espacio se mantiene agradable durante horas.
Así que, si aún no tienes un desodorante ambiental en tu oficina, ¿qué estás esperando? Un buen aroma puede hacer maravillas, y no solo en el ambiente, también en el ánimo de todos. La próxima vez que notes un ambiente cargado, confía en mí: un par de pulverizaciones pueden salvar la jornada.
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