01 de JUNIO de 2023
Aprender jugando
Cuando era chica, siempre me fascinaron los puzzles. Me encantaba la emoción de abrir una caja llena de piezas y el desafío de encontrar la manera de encajarlas perfectamente. Podía pasar horas concentrado, tratando de resolver el enigma visual que tenía frente a mí.
Recuerdo un verano en el que mi familia y yo nos fuimos de vacaciones a la playa. Pasamos días bajo el sol, nadando y construyendo castillos de arena, pero siempre había algo que me llamaba la atención: una pequeña tienda de juguetes.
Un día, mientras paseábamos frente a la tienda, mis ojos se iluminaron al ver una gran selección de puzzles. Mi corazón se aceleró y no pude resistirme a entrar y explorar las opciones. Había puzzles de todas las formas y portes, desde animales hasta paisajes exóticos.
Después de mucho contemplar, finalmente elegí uno que mostraba un bosque encantado lleno de criaturas mágicas. Volé a mi casa con el nuevo tesoro y no pude esperar para empezar a armarlo.
A medida que las piezas se unían, sentía cómo mi mente se expandía y se agudizaba. Los puzzles me enseñaron la importancia de la paciencia, la perseverancia y la concentración. Cada vez que encajaba una pieza en su lugar correcto, experimentaba una satisfacción indescriptible.
Pero los puzzles no solo eran divertidos, también eran educativos. Mientras armaba el bosque encantado, aprendía sobre las diferentes criaturas y exploraba mi imaginación. Desarrollé habilidades cognitivas, como el reconocimiento de patrones, la resolución de problemas y la coordinación mano-ojo.
Además, los puzzles me enseñaron el valor del trabajo en equipo. Muchas veces, la tarea de armar los puzzles más grandes era en familia. Juntos, compartimos risas, conversaciones y momentos de colaboración. Aprendimos a escucharnos, a intercambiar ideas y a celebrar los logros colectivos.
Hoy en día, miro hacia atrás y reconozco cómo esos momentos de armar puzzles han influido en mi vida. Desarrollé habilidades que me han servido en mi educación, en mi trabajo y en mis relaciones personales. Y aunque ya no soy una niña, todavía encuentro alegría y satisfacción en armar un buen puzzle de vez en cuando, esta vez con mis hijos.
Así que, si tienes la oportunidad, animo a todos a sumergirse en el mundo de los puzzles. Descubre la magia de las piezas que se unen y las mentes que se expanden.
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